martes, 12 de agosto de 2025

EL ENIGMA DEL LAGO VINTER, ¿Vivirán monstruos prehistóricos en la Argentinа?

 Más allá de la imaginación fantástica del hombre, sucesos supuestamente reales recrean la existencia contemporánea de extrañas criaturas pertenecientes a un mundo perdido hace millones de años.




Desde 1877 se ha denunciado la existencia de un extraño animal de características prehistóricas que habitaria en las profundidades del lago Vintter, ubicado al oeste del Chubut, Argentina, en proximidades de los límites andinos con Chile. 

 Este misterioso monstruo, entre otros, oculta uno de los mayores misterios que aún subsisten en el mundo, dado que existencias semejantes también han sido registradas en el lago Ness, Escocia; Flachead, Estados Unidos: Kok-Kol, Rusia, y en el Quebec, Canadá, entre aquellas no menos relacionadas con lo mítico y fantástico, como la legendaria serpiente de mar, cuyas primeras noticias se remontan al Leviatán bíblico. 

 Si bien en la Argentina otros avistajes similares se han registrado en los lagos Epuyén y Nahuel Huapi y en Caleta Valdés, a orillas del océano Atlántico, éstos no alcanzaron la trascendencia de los mencionados anteriormente, que en su momento lograron enorme resonancia a través de la prensa internacional. 

 Las reiteradas apariciones contemporáneas en distintos lagos patagónicos han superado los matices de las leyendas indígenas que se pierden en el tiempo sobre la existencia de esta o estas extrañas criaturas y han despertado el interés científico de zoólogos y naturalistas por revelar este apasionante misterio de los monstruos marinos de los lagos del Sur. Asi, tanto testimonios orales como escritos asentados en documentación oficial son investigados y evaluados en busca de establecer un paralelismo con la habitabilidad de seres semejantes en otros lugares del mundo.

  Para el tratamiento de este tema, tan singular por cierto, Muy Interesante entrevistó al principal protagonista que proyectó y dirigió, personalmente, la expedición a la región del lago Vintter en 1977, el espeleólogo e historiador Julio Goyén Aguado, presidente del Centro Argentino de Espeleología. 


Con Neil Armstrong, primer hombre quе pisó suelo lunar (izq.), el espeleólogo Julio Goyén Aguado en el interior de la Cueva de los Tayos, a Oriente de la selva ecuatoriana (1976)

Huellas y manchas oscuras

 "Aquella expedición, refiere Goyén Aguado, llevaba como objetivo confirmar los datos del documento oficial de Trelew (Chubut) fechado en 1900 ante la jefatura de policía, donde Gerardo Steinckampenn, un hacendado alemán residente en el lugar, da cuenta de la aparición de un animal de características muy especiales en las riberas de aquel lago. Otro aspecto era tratar de esclarecer varias afirmaciones sobre testimonios semejantes en la región de los lagos del Sur para establecer la ubicación zoológica del animal, su medio de vida y costumbres, en el caso de probarse su existencia. 

 "El primer contacto con la realidad se produjo en un reconocimiento por las márgenes del lago, donde se descubrieron marcas de pisadas de aproximadamente 50 centímetros de circunferencia. Llamaba la atención el aplastamiento del canto rodado (piedra) en las huellas, por lo que se dedujo que el cuerpo que había caminado por allí era de grandes dimensiones, con un peso quizá de varias toneladas. Es de destacar que las pisadas se perdían hacia el interior del lago. 

 "Desde el campamento, establecido a la orilla del Vintter, en varias oportunidades se divisaron manchas oscuras que por momentos se desplazaban bajo la superficie y se sumergían volviendo a emerger nuevamente en forma reiterada. En principio, tales manchas fueron atribuidas a bandadas de cormoranes, aunque la duda que cobró fuerza luego quedaba abierta sobre la posibilidad del desplazamiento de un cuerpo grande y oscuro que habitara en las aguas."

  En un informe sobre estos y otros antecedentes, que incluyen una segunda expedición complementaria, el espeleólogo hace referencia a diferentes testimonios y opiniones de entrevistados e integrantes del grupo expedicionario, entre estos últimos del experto estadounidense en fauna marina Andrés Pruna, especialista en filmaciones submarinas documentales de reconocimiento mundial: "En el transcurso de mis viajes por distintas partes del mundo he recogido testimonios de marinos, sobre todo, y pobladores que se asemejan a esto. Su poniendo la existencia de este animal, podría repetirse el caso de las ballenas, de las que se ha comprobado, y yo he podido experimentarlo, que poseen la capacidad de ubicar los cuerpos extraños por medio del sonido. Si así fuera, estos animales, que se dice fueron avistados en el lago Vintter, así como el tan renombrado del lago Ness, buscarían ocultarse en el fondo ante la presencia de aparatos y seres humanos. De allí lo difícil de un contacto directo". 




 Los bramidos llenaron el espacio 

 El informe de Goyén Aguado precisa, entre otros, el testimonio de un gendarme destacado en el puesto zonal de Gendarmería Nacional en las proximidades del Vintter, cabo primero Rufino Gómez, quien aseguró haber visto en el lago un animal extraño que producía un fortísimo bramido. Un suceso posterior sumaría realidad a esta aseveración, ya que, encontrándose integrantes de la segunda expedición y este gendarme recorriendo el lugar en tareas de comprobaciones hídricas, fueron sorprendidos al escuchar por dos veces consecutivas fuertes bramidos identificados inmediatamente por Gómez, como los del animal que él asegura haber visto. En las declaraciones posteriores todos coincidieron en que esos sonidos desconocidos provenían de la orilla opuesta del lago y que, por un momento, habían llenado el espacio con su potencia. 

 El investigador explica que "tanto las tradiciones orales como los testimonios escritos coinciden en la apreciación de singulares distinciones o diferencias entre este extraño ser y los restantes componentes de la fauna, no sólo de la región sino de lo conocido actualmente por el hombre, especialmente en los campos de la investigación científica". Asimismo, aclara que "para tratar el caso es necesaria una amplitud mental talque permita acercarse, sin ningún tipo de prejuicios ni prevenciones, a este asunto, que tiene, sin duda, sus aristas discutibles, sus puntos de vista encontrados y sobre todo sus matices científicos y seudocientíficos". 

 Otra de las opiniones registradas sobre el caso son las del científico estadounidense doctor William Sill, paleontólogo, con varios años de residencia e investigaciones en la Argentina, precisamente en Ischigualasto, Valle de la Luna, San Juan: "Los testimonios referidos al posible avistaje en el lago Vintter, sumados a la conformación de la zona, ubicada en el contexto geológico total de esta parte sur del continente americano, pueden indicar que es posible la existencia de una familia de animales de características prehistóricas. No sería el primer саso, pues sin ir más lejos, los cocodrilos han evolucionado desde hace 200 millones de años, fecha de su aparición sobre la Tierra. Ahora, de tratarse de un animal antediluviano, no podría ser sino uno de la familia de los plesiosauros, probablemente, por las descripciones, un elasmosaurio. Su supervivencia puede explicarse mediante una serie de transformaciones-tal cual sucedió con los cocodrilosque lo hicieron adaptarse, aunque en su época (entre 80 y 100 millones de años atrás) no se estacionaron en una sola zona del globo terrestre: se han encontrado restos en distintas partes, con diferentes condiciones climáticas. Indudablemente, serían animales que alternarían su subsistencia fuera y dentro del agua, aunque esto último pareciera ser lo más frecuente. A pesar de todo, llama la atención por la temperatura del agua que pudiera ser uno de los miembros de la familia de los plesiosauros".

  "Cabe acotar aquí -señala Goyén Aguado- que el verdadero dominio de las aguas del período mesozoico fue ejercido por reptiles que no fueron dinosaurios y que pertenecieron a 4 grupos: los ictiosaurios, los plesiosauros, los mesosaurios y los cocodrilos marinos."




  Coincidencias identificatorias

  "En estos casos de supuestas apariciones marinas producidas en los últimos años -continúa el investigador- es necesario, para su tratamiento, encontrar el argumento que las una a todas por medio de características comunes y relacionadas entre sí. A través de los testimonios van apareciendo coincidencias, por ejemplo la documentación testimonial con que se cuenta del denominado plesiosauro del lago Ness. Las características que se señalan del animal son similares a las del posiblemente visto en el lago Vintter y también a las que el científico japonés Tokio Shikama, de la Universidad de Yokohama, apunta para el plesiosauro de Nueva Zelanda: "En los tres casos -indica Goyén Aguado- se habló de un cuello delgado, tipo cisne, cabeza bien pequeña, cuerpo de gran tamaño, de color oscuro, casi negro, alguna giba o cresta, y aunque el sonido no fue registrado como válido sino en el caso del lago argentino, cosa que marcaría algún tipo de diferencia, hay también coincidencia en el tipo de movimientos lentos y en la pronta huida de la costa, hacia el centro o hacia abajo, rehuyendo todo tipo de contacto. 

 "La última y más importante de las coincidencias es precisamente la seriedad de todos los testimonios. En cada uno de los casos han sido personas de la más absoluta confianza, algunas con experiencia valedera en el campo científico internacional y otras tan sólo con el aporte de su honestidad y su lejanía de todo interés que pudiera motivarlas desfavorablemente.

  "Así es como en las posibles apariciones de los lagos Vintter, Ness y Vorota, junto con el Sara-Tcheleh y el de Quebec, además del Kok-Kol y de las costas de Nueva Zelanda, es donde pueden establecerse las coincidencias antedichas."




La prehistoria en las profundidades 

 Las características innegables, ya que hacen una constante de estas extraordinarias apariciones, son, sin duda, las que conforman su reiterado escenario lacustre: aguas profundas con abundania de peces, márgenes acantilados, playas pedregosas y contornos montañosos y profusos en vegetación, ubicados en parajes aislados y, en la mayoría de los casos, de difícil acceso. Tomando en cuenta estas y otras no pocas coincidencias, no sería descabellado suponer que en caso de que sean reales estas criaturas prehistóricas los lagos que albergan tales misteriosas existencias podrían ser los últimos reservorios continentales de la vida animal de un mundo perdido hace millones de años.

  Los investigadores de estos monstruos, totalmente desconocidos por la ciencia, sostienen que aún vivimos en un mundo no del todo conocido; por lo tanto, estas criaturas pertenecientes a edades tan pretéritas podrían existir todavía en nuestro planeta, de manera que su descubrimiento puede echar una intensa luz sobre el pasado. En tanto, para el espeleólogo Goyén Aguado, "la historia de la posible aparición en el lago Vintter no ha concluido; muy por el contrario, recién comienza".

 Juan Carlos Arbuco


¿OTRA ESPECIE PREHISTORICA? 

Aparición del "cuero" en la Patagonia 

 Testimonios escritos y orales hacen mención de un misterioso animal al cual los lugareños conocen desde los años posteriores al 1900 hasta nuestros días con el nombre de "cuero". El conocimiento de este ser se extiende desde los lagos Aluminé, en el Neuquén, hasta el Fagnano, en el Territorio Nacional de Tierra del Fuego. 

 Aparentemente, según testimonios orales, posteriormente ratificados en las entrevistas sostenidas con los habitantes zonales durante las expediciones del año 1977, el animal tendría forma de un enorme cuero vacuno (de ahí su nombre folciórico), orillado de uñas semejantes a las humanas y de cuerpo plano, similar a un pulpo. 

  A pesar de haber coincidencias sobre su forma, son pocas las personas que lo han visto a una distancia no menor de los 300 metros. El testimonio más fehaciente es el de un grupo de obreros madereros que aseguran haberlo visto en el lago Futalaufquén, nadando contra un fuerte viento en procura de alimentos (peces).

  Alrededor de este extraño ser los lugareños han tejido una leyenda que lo mostraria como un animal de gran instinto, temeroso de ser descubierto y lo suficientemente ligero como para curvarse, tomando diferentes formas, según las circunstancias, para volver a las profundidades, que parecen ser su lugar común de vida. Y por ende para morir, ya que nunca, de existir, se ha encontrado un "cuero" muerto en las orillas de los lagos patagónicos.


SE BUSCA VIVO O MUERTO... APUNTEN AL MONSTRUO 

 A principios de 1922 dos comunicaciones casi simultáneas desde el Sur Argentino enviadas al director del Jardín Zoológico de la ciudad de Buenos Aires, Clemente Onelli, abrían un misterioso interrogante que aún hoy continúa con acrecentada vigencia. "La primera, refiere Goyén Aguado, es la carta de Martin Sheffield, cazador y minero estadounidense, que solicitaba apoyo para la captura de un extraño animal de gran tamaño avistado en la re. gión lacustre del Sur. La segunda, proveniente de Esquel, enviada por el corresponsal Primo Capraro, hombre de prestigio y probada confianza del lugar, daba cuenta del descubrimiento de extrañas y desmesuradas huellas en las inmediaciones del lago Epuyén, asegurando haber visto desplazándose en su interior un enorme animal con la cabeza parecida a un cisne de formas descomunales. Por el movimiento del agua suponía el corresponsal que el cuerpo debía de ser semejante al de un cocodrilo de dimensiones extraordinarias. En la misma carta se solicitaba a Onelli la organización de una expedición para capturar al monstruo, el cual podría integrar la colección del Zoo metropolitano. La expedición no se hizo esperar. El mismo año partió rumbo al Sur, integrada al mando por el ingeniero Frey, experto en geografía patagónica; José Cinaghi, administrador del Zoológico; Alberto Merkle, taxidermista del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, y el cazador Santiago Andreaza, campeón de tiro. El objetivo era 'capturar vivo o muerto a un prehistórico plesiosauro que habita el lago Epuyén, cientos de miles de años fuera de su época'. 

 "A pesar de que todo el pais y gran parte del mundo estaban pendientes de los resultados, la expedición regresó sin haber hecho ningún hallazgo, y aún más: sin haber quedado testimonio certero de si llegaron o no a la zona del lago Epuyén. Dos años después moría Onelli y con él toda posibilidad de conocimiento exacto de esta expedición frustrada." 



 EN OTRAS PARTES DEL MUNDO 

Monstruo del lago Ness, Escocia 

"Podemos decir sin equivocarnos que el animal existe, llámese monstruo, o Nessie, o plesiosauro, pero existe, y eso está documentado." Estas son declaraciones del biólogo Christopher McCowan, integrante de la expedición científica de 1976, financiada por el The New York Times y la Academia de Ciencias Aplicadas de Boston (EE.UU.).

 Kok-Kol, Rusia

 El lago Kok-Kol está situado en el lecho de un enorme cráter siberiano rodeado de profusos bosques que lo ocultan. "Aunque no comprendía qué cosa podía asustar a los pájaros pronto vi una silueta bajo el agua; resultaba perfectamente visible el rasgo sumergido de un monstruo de 15 a 18 metros de largo. La cabeza de 1 metro de ancho por 2 de longitud no se movía, al igual que el extremo de la cola. Estaba con mi hijo y ambos vimos asustados que la silueta ascendía hasta quеlas olas de la superficie se estrellaban contra el inmenso cuerpo. Así pasaron varios minutos, hasta que el animal descendió y desapareció de la vista." Declaraciones del científico A. Pechersky, miembro de la Sociedad Geográfica Soviética, 1977. 

El monstruo de Christchurch, Nueva Zelanda

  En julio de 1977 desde el pésquero japonés "Zuiyo Marú" informaron a las autoridades navales de Tokio que habían capturado con las redes restos de un animal monstruoso a unos 300 metros de profundidad en las afueras de Christchurch, Nueva Zelanda. El ejemplar, que fue fotografiado en colores antes de ser arrojado al mar debido a su grado de descomposición, muestra un tamaño de unos 10 metros de largo, cuatro aletas, cuello largo y cola. Tokio Shikama, experto japonés en animales extinguidos, profesor de la Universidad Nacional de Yokohama, afirmó que esta investigación realizada a través de la documentación fotográfica, podría ser un reptil denominado plesiosauro. Por su parte, el profesor Yoshinori Imaizumi, del Museo de Ciencias Aplicadas de Tokio, donde se exhiben las fotografías probatorias, coincide con la apreciación de un plesiosauro, especie que debió desaparecer de la Tierra hace 100 millones de años. 

Yacarta, Indonesia 

 Un miembro del parlamento de la capital de Indonesia denunció recientemente haber visto a orillas del lago Poso, en el centro de las islas Célebes, un enorme animal desconocido. Lo describió con la cabeza en forma de una vaca, con el cuerpo alargado y cilíndrico, de unos 9 metros de longitud. A comienzos de febrero de 1977 otro animal fue señalado al oeste de la isla de Java, en inmediaciones de un lago de Montana. Su descripción da cuenta de un espécimen "mitad pez, mitad tortuga", de unos 8 metros de largo. Datos de anteriores apariciones de comienzos de extraña criatura, según la siglo ya señalaban que se trataba de un animal prehistórico. 

Quebec, Canadá 

 A mediados de la década del '50 el gobierno de Quebec envió una expedición de biólogos marinos para realizar investigaciones acerca de la posible existencia de un extraño animal de cuerpo escamado de unos 10 metros de largo, cuyas apariciones reiteradas en ei lago de Quebec datan desde fines del siglo pasado. La conclusión científica determinó la existencia de un esturión gigante. Posteriormente, un equipo de buceadores informó "haber fotografiado un animal desconocido y, mediante el empleo del sonar grabado, la presencia de algo enorme en las profundidades. EI material, se informó, fue entregado para su análisis científico". Por su parte, el buceador fotógrafo Bob Murray dijo que el animal era negro, de un tamaño de unos 10 metros de longitud y 3 metros de grosor. Aclaró que, acostumbrado a ver esturiones, jamás había observado un ejemplar de semejante tamaño.



 Este artículo fue publicado en la revista Muy Interesante N° 56, junio 1990


Más información sobre monstruos lacustres en los lagos del sur:

https://elsurdelgrantriangulo-pablo.blogspot.com/2016/07/animales-prediluvianos-en-los-lagos-del.html


sábado, 26 de julio de 2025

KASSKARA Y EL SECRETO DE LOS SIETE MUNDOS, POR JOSEF BLUMRICH*




 Las tradiciones de las que voy a hablar aquí son historias auténticas de los indios. No tienen nada que ver con Buffalo Bill o con el glorioso Karl May, sino que son la más auténtica y antiquísima herencia de los indios hopi. 

 La zona de la que nos viene esta información es la reserva hopi en la parte septentrional del Estado norteamericano de Arizona, a unos 130 kilómetros al SE del Gran Cañón. El centro espiritual de esta región es el poblado de Oreibi, que es demostradamente el más antiguo lugar ininterrumpidamente habitado de Norteamérica. Allí nació White Bear, “Oso Blanco”, de quien proceden estas informaciones. Quisiera señalar de entrada que White Bear no es un jefe. Tendrá hoy unos 74 años, es miembro del consejo de la tribu y alcalde de New Oreibi. De acuerdo con la tradición. White Bear pertenece al clan de su madre, el clan de los coyote. Su padre pertenece a la familia de los jefes del clan de los osos, el clan principal de los hopi desde que se encuentran en el cuarto mundo. Pero de esto hablaremos más adelante. Mi esposa y yo conocemos a White Bear desde 1971 y nos consideramos amigos suyos. Muy pronto comenzó a contarnos leyendas hopi, y a menudo entró en muchos detalles. Pero durante largos años se negaba a autorizar que se publicaran las tradiciones de la tribu. Pero finalmente accedió a ello, y hoy dispongo de casi 43 horas de cintas grabadas con narraciones y explicaciones adicionales. Las informaciones que me dio White Bear se refieren en su totalidad a acontecimientos históricos. Bien, esto es todo sobre el trasfondo. 

 Mi ponencia la dividiré en dos partes. En primer lugar referiré directamente las tradiciones hopi, y en la segunda parte las comentaré desde la perspectiva de nuestros conocimientos actuales, limitándome para ello a unos pocos puntos. Pero de entrada quisiera señalar que muchas de las cosas que para los hopi son hechos definitivos, posiblemente nos hagan sonreír. Sin embargo, rechazar globalmente unos conocimientos extraños a nosotros sería tan erróneo como la fe ciega en ellos. Deberíamos contemplar estas tradiciones indias de forma crítica, pero con respeto, sin abandonar en ningún momento este mínimo de modestia que nos dice que también nuestros conocimientos son limitados. 

 Según la tradición, la historia de la humanidad está dividida en periodos, que los hopi denominan “mundos”. Y estos mundos están separados entre sí por terribles catástrofes naturales. Con anterioridad a todos los periodos existía Dayowa, el Creador, quien dispuso la creación del primer mundo. Al final del primer mundo ya existían plantas, animales y seres humanos.

  El primer mundo sucumbió por el fuego, el segundo por el hielo, el tercero por el agua. Actualmente vivimos en el cuarto mundo. En total, la humanidad deberá recorrer siete mundos. 

 Los dos primeros mundos no pueden comprobarse históricamente, tal como sucede también con el Génesis. Debido a ello comienzo mi relato y mis comentarios en el tercer mundo, en el cual pueden apreciarse ya rasgos de acontecimientos históricos. El nombre del tercer mundo era Kasskara, en realidad el nombre de un enorme continente situado en el actual Océano Pacífico. Al principio la vida era allí muy agradable y armónica, pues los hombres acataban las leyes del Creador. La letra de las leyes era simple: “si queréis ser mis hijos, no deberéis emplear vuestros conocimientos para conquistar, importunar o matar. Tampoco debéis emplear nada de lo que os he entregado para fines malos. Si no acatáis estas leyes, dejaréis de ser mis hijos. ” 

 Ahora bien, Kasskara no era el único país del mundo. En aquella época todavía no existía América del Sur, por encontrarse bajo las aguas oceánicas, pero más al Este existía una tierra más pequeña, que los hopi denominaban sencillamente "país del Este”. Y los habitantes de esa tierra tenían el mismo origen que los de Kasskara. Muy pronto los habitantes del “país del Este” comenzaron a violar las leyes del Creador, conquistando y combatiendo a otras zonas todavía más al Este; hoy diríamos Africa o Europa. Y, al final, también quisieron ocupar Kasskara, y ante la oposición de ésta fue atacada por el “país del Este”.

  Llegados a este punto, debo intercalar una explicación. Desde el primer mundo, los humanos estaban en relación con los katchinas, palabra que podría traducirse por “altos, respetados sabios”. Se trataba de seres visibles, de figura humana, procedentes de un sistema de doce planetas tan alejado de la Tierra, que nadie sabe dónde se encuentra. Los katchinas eran capaces de trasladarse a velocidades gigantescas entre su planeta de origen y la Tierra, de circunvolar nuestro planeta y de aterrizar en cualquier lugar. Dado que se trataba de seres corpóreos, para los viajes precisaban de artefactos voladores. Y estos “escudos voladores” tenían diversos nombres.

  Acerca del aspecto de estos artefactos voladores, White Bear me dijo lo siguiente: “Si de una calabaza cortas la parte inferior, obtendrás una corteza; lo mismo debe hacerse con la parte superior. Si luego se superponen las dos partes, se obtiene un cuerpo en forma de lenteja. Este es, en el fondo, el aspecto de un escudo volador.” 

 En la reserva de los hopi también encontramos petroglifos en los que aparecen representados estos artefactos voladores. Por otra parte, los katchinas disponían de otro artefacto volador, cuyo aspecto se asemejaba bastante a un reactor de nuestros días. Sorprendentemente, estos aparatos no precisaban de carburante como el que conocemos nosotros, sino que volaban con algo que los indios denominaban “fuerza magnética”. 

 Hoy en día los katchinas ya no existen en la Tierra. Las danzas katchinas, tan conocidas hoy en Norteamérica, son representadas por hombres y mujeres en calidad de sustitutos de unos seres realmente existentes antaño. Los katchinas tenían a menudo un aspecto que causaba horror, por lo menos un aspecto extraño, así que originariamente se acostumbraba confeccionar muñecas katchina para que los niños se acostumbraran a su aspecto. En la actualidad, estas muñecas son fabricadas preferentemente para los turistas y coleccionistas. Así, por ejemplo, una de las mayores colecciones de muñecas katchin es la del senador Goldwater. 



 Pero prosigamos con los acontecimientos históricos: Kasskara fue atacada por el "país del Este” con armas potentísimas, imposibles de describir; sólo se sabe que estaban movidas por energía magnética o eléctrica. Así sucumbieron las ciudades y los habitantes de Kasskara. Tan sólo los “elegidos”, los seleccionados para ser salvados y sobrevivir en el mundo siguiente, fueron reunidos bajo el “escudo”. También es conocida la naturaleza de este “escudo”, y podemos compararlo a un cuenco invertido. Los proyectiles procedentes del “país del Este” explotaban en las alturas, de modo que los “elegidos” colocados bajo el “escudo” quedaban indemnes. 

 Pero en el curso del citado ataque algo salió mal, y el “país del Este” desapareció rápidamente bajo las aguas del océano, y también Kasskara comenzó a hundirse paulatinamente. Mucho antes de dichos acontecimientos los katchinas habían descubierto, en el curso de sus vuelos, nuevas tierras que emergían del mar al Este de Kasskara. Así que ayudaron a los “elegidos” a trasladarse a estas tierras de nueva creación. 

 Fue el fin del tercer mundo y el comienzo del cuarto. 

 La población llegó a esta nueva tierra por tres caminos diferentes. Los “importantes”, es decir, aquellos hombres seleccionados para recorrer, inspeccionar y preparar la nueva tierra, fueron llevados allí a bordo de los “escudos” de los katchinas. El gran resto de la población tuvo que salvar la enorme distancia a bordo de barcas. Y cuenta la tradición que este viaje se efectuó a lo largo de un rosario de islas que, en dirección noreste, se extendía hasta la naciente América del Sur.

  La nueva tierra recibió el nombre de Tautoma, que puede traducirse por "“La tocada por el brazo del Sol”. El “brazo del Sol” eran naturalmente los rayos solares, y esta tierra tocada eran las primeras elevaciones de Suramérica que emergían del mar. 

 Los primeros emigrantes que los katchinas llevaron a Tautoma llegaron allí hace unos 80.000 años. Y los últimos navegantes llegaron a este país unos cuatro mil años más tarde. Los primeros en llegar investigaron el país y eligieron una ciudad a orillas de un enorme lago, denominado hoy Titicaca. Esta ciudad fue creciendo cada vez más, y era llamada Tautoma, hoy conocida por Tiahuanaco. 

 Al cabo de unos siglos, parte de esta población comenzó a pasar por alto las leyes del Creador, quien al final se vio obligado a intervenir personalmente para castigar a los habitantes de la ciudad. El castigo es descrito de la siguiente manera: “Levantó la ciudad, la colocó de cabeza, y la sumergió bajo tierra”. Debido a la destrucción de la ciudad, la población quedó desperdigada por todo el continente, que en aquel tiempo ya había adquirido sus actuales contornos. Siguió entonces un largo período en el curso del cual los hombres se fueron repartiendo en grupos y clanes por los dos subcontinentes. Algunos de estos clanes iban en compañía de los katchinas, quienes a menudo intervinieron para ayudarles. La tradición cuenta igualmente que los katchinas eran capaces de mantener comunicación a través de largas distancias. Para ello hacían huso de la telepatía, según lo denomina White Bear. 

 Los hopi pertenecían a aquellas tribus que emigraron en dirección Norte, y recuerdan un período en el que atravesaron una calurosa selva y un periodo en el que se toparon con una “pared de hielo” que les impidió el avance hacia el Norte y les obligó a volver atrás. 

 Debido a lo sorprendentes que pueden parecer algunas de estas tradiciones, quisiera recordar que todavía hoy en día siguen vivas a través de diversas ceremonias.

  Mucho tiempo después todavía había clanes que seguían conservando las antiquísimas doctrinas. Estos clanes se reunieron y construyeron una ciudad de ”importancia trascendental”, que recibió el nombre de "La Ciudad Roja”, a la que se identifica con el actual Palenque. 

 Palenque, es decir, “La Ciudad Roja”, se convirtió en un importante factor para la historia de aquella zona. Pero para los hopi, su importancia reside en el campo espiritual; más que en los acontecimientos reales, están interesados en el trasfondo. Porque resulta que en dicha ciudad fue establecida la alta escuela del aprendizaje, cuya influencia todavía puede descubrirse en algunos hopi. Los maestros de dicha escuela eran los katchinas, y la “materia de enseñanza” estaba formada en esencia por cuatro partes: 

 1. Historia de los clanes. 

 2. La naturaleza, plantas y animales.

 3. El hombre, su estructura y función física y psíquica. 

 4. El cosmos y su relación con el Creador.

  Durante siglos la vida en “La Ciudad Roja” discurría de forma pacífica y armónica. La población fue aumentando, algunos clanes comenzaron a emigrar y fundaron nuevas ciudades en el Oeste, en la zona conocida hoy como Yukatán. Hasta aquel momento, “La Ciudad Roja” era el centro espiritual, pero entonces surgieron tensiones entre Palenque y las ciudades de nueva creación, siguiendo un período de numerosas guerras. La vida espiritual sufrió bastante a consecuencia de tales guerras, hasta que al final la zona quedó tan contaminada espiritualmente, que la gente ya no quería seguir viviendo en ella. Se vieron precisados a abandonar las ciudades y reemprender la gran migración. Esta es la verdadera razón por la cual los arqueólogos han encontrado estas ciudades vacías y abandonadas. 

 White Bear me dijo en cierta ocasión: "Vosotros no os lo podéis imaginar (el que las ciudades fueran encontradas vacías), porque siempre lo contempláis todo desde la perspectiva del hombre blanco. Pensáis mal; es preciso que comencéis a comprender antes de que podáis entender nuestra historia”

 Sin embargo, se nos plantea todavía una pregunta muy interesante: si los katchinas estaban tan preocupados por los hombres, ¿por qué no evitaron sus guerras? La explicación que los propios katchinas nos dieron en su día, todavía nos resulta comprensible hoy en toda su importancia terrible. Dijeron: “Esta es la Tierra de los humanos. El hombre es responsable de este planeta. Puede seguir haciendo su propia voluntad, pero lo hace bajo su responsabilidad exclusiva”

 Durante aquella turbulenta época abandonaron los katchinas la Tierra. Desde entonces vuelven de vez en cuando y nos observan, pero ya no nos ayudan ni nos enseñan. Ahora son invisibles, excepto cuando se muestran a determinadas personas en forma de apariciones. 




 Las grandes migraciones prosiguieron. Algunos grupos lograron ser grandes, ricos y famosos, pero hace tiempo que desaparecieron de la historia por haber hecho caso omiso de las leyes del Creador. Los pocos clanes que han seguido manteniendo vivo el viejo saber se juntaron más tarde en Oreibi. Esta es la razón de la especial importancia de este lugar. 

 La entrada de los indios hopi en nuestra historia coincidió naturalmente con la arribada de los españoles a Oreibi. Hace ya muchísimo tiempo que los katchinas habían profetizado a los hopi la llegada de hombres blancos a través del océano; incluso predijeron la época. Y cuando llegaron los españoles, los hopi les dieron la bienvenida de forma ceremoniosa. El jefe se adelantó, extendió los brazos y mostró la mano en signo de naquatch, es decir, de fraternidad espiritual. Los españoles malinterpretaron la señal y creyeron que el jefe indio sólo quería pedir limosna, por lo que les echaron unos cuantos objetos sin valor.

  Como es natural, los hopi se sintieron profundamente aterrados: ¡el nuevo hombre no conocía el importante símbolo de la fraternidad! ¡No se trataba de Bahana, el esperado hermano blanco! En aquel mismo momento los hopi supieron que tenían que vérselas con invasores y no con amigos. Y eso es lo que debió suceder.

  Y ahora llegamos a la segunda parte: el análisis de las tradiciones. Aparte de las cintas grabadas ya citadas más arriba, estudié también todas las crónicas españolas del siglo XVI sobre este tema, la historia de los aztecas, el Popol Vuh de los quiché-maya. Y en lo referente a nuestros conocimientos me he atenido naturalmente sólo a la literatura científica. 

 He aquí los tres resultados principales de este análisis:

  1. Las tradiciones de los indios hopi no sólo hacen referencia a su propia tribu, sino que describen la protohistoria de todos los indios americanos. 

 2. La colonización del continente americano se inició por el subcontinente austral. 

 3. Durante largo tiempo vivió en nuestra Tierra una colonia de extraterrestres.

  Saltémonos ahora el largo periodo de las migraciones, y concretémonos en los acontecimientos de la ciudad de Palenque, en el Yucatán. Aquí encontramos una dramática coincidencia entre la arqueología y la tradición de los indios. “Dramática” por el hecho de que cada uno de estos dos grupos —indios y arqueólogos — describen con sus propias particularidades estos mismos acontecimientos, estas mismas ciudades y estas mismas situaciones. Nos encontramos en la poco frecuente situación de poder fechar una tradición india por medio de los datos arqueológicos. Gracias a ello nos percatamos de que aquello que los indios hopi narran de Palenque y las guerras subsiguientes debió ocurrir aproximadamente entre los años 200 y 1200 d. N. E. 

 Hasta ahora no he hecho ninguna referencia a los katchinas, con el fin de poder establecer primero una serie de hechos:

  1. La secuencia de los acontecimientos relatados por los hopi es conexa y no ofrece contradicciones.

  2. En varios casos estos acontecimientos quedan confirmados por tradiciones independientes de otros pueblos.

  3. Determinados acontecimientos y lugares geográficos coinciden con nuestros conocimientos geológicos y arqueológicos 0, para expresarlo con mayor precaución: no se contradicen. 

 Ahora bien, a los katchinas no los he citado hasta ahora por una razón muy distinta. Porque si la descripción de los acontecimientos históricos por parte de los hopi nos han parecido reales, tampoco podemos ponerles en duda la credibilidad en relación con los katchinas, a los que describen de forma igualmente realista. 

 Lo primero que habría que decir acerca de los katchinas, es que tenían cuerpo físico, que tenían aspecto de hombres, que en muchos aspectos se comportaban como hombres, pero que disponían de unos conocimientos muy superiores a los de los hombres. No se les consideraba como dioses, ni hoy ni antiguamente. Esto mismo lo encontramos en cualquier parte del mundo en que se habla de tales seres. Tengo que subrayar que en este caso nos encontramos con un problema semántico. La palabra “Dios” o “dioses” para tales seres no es la palabra original en los diversos puntos originales, sino que ha sido introducido por nosotros, extraños al medio, que hemos llegado a él con posterioridad. 

 Casi todo lo que oímos acerca de las habilidades de los katchinas nos suena inverosímil: los artefactos voladores y su propulsión por fuerza magnética, el escudo que rechaza los proyectiles, la transmisión de noticias mediante telepatía. Algo que hasta ahora todavía no he mencionado: los katchinas eran capaces de engendrar niños en las mujeres sin mediar contacto sexual. Y a todo ello hay que añadir las habilidades que los humanos aprendieron de los katchinas. La más importante sea quizás el corte y transporte de enormes bloques de roca, y, en relación con ello, la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas. 

 Cuando se rechazan tales relatos, ello se hace debido a su imposibilidad técnica. Mejor dicho: debido a lo que nosotros consideramos técnicamente imposible. Pero si contemplamos todos este asunto desde más cerca, veremos que quizás disponemos de unos puntos de referencia y posibilidades concretas.

  La “fuerza magnética”: ni los hopis ni nosotros sabemos de qué se trataba concretamente. Así, por ejemplo, todavía no sabemos qué es realmente la gravitación. El día que logremos descifrar este enigma, existirá la posibilidad de que incluso nosotros podamos volar sin limitación alguna. 

 Y en segundo lugar el escudo, capaz de hacer explosionar los proyectiles en los aires.

 ¿Se trata simplemente de un producto de la fantasía? Los soviéticos están desarrollando en la actualidad unos haces de protones capaces de destruir los cohetes en pleno vuelo. También en los Estados Unidos se habla de unos rayos de electrones parecidos, que tienen esta misma capacidad. Ambas armas defensivas poseen, en definitiva, el mismo efecto que las armas descritas por los hopi. La telepatía. Sabemos que existe, pero todavía no somos capaces de emplearla de forma planificada. Pero sabemos igualmente que se está trabajando intensamente en desentrañar su secreto.

  En cuanto al proceso de engendración mencionado antes, no podemos emitir ninguna opinión definitiva. 

 Pero afortunadamente existen las construcciones megalíticas, y por lo menos algunos de los túneles que se nos aparecen en todas las tradiciones entre el lago Titicaca hasta México han sido localizados. Si no se hubiera llegado a descubrir tales túneles, habrían sido desterrados al reino de la fábula. 

 Así, pues, disponemos de unos puntos de arranque y de unos testigos concretos. Lo que nos falta, concretamente, es una complementación de nuestros conocimientos técnicos y científicos. Pero nuestra propia falta de conocimientos no nos faculta a rechazar por las buenas la idea de que otros supieran mucho antes más que nosotros mismos.

  De todas partes de la Tierra nos enteramos que unos seres como los katchinas fueron a ver a los hombres. Pero siempre aparecen en acontecimientos más o menos aislados. Nadie, a excepción de los hopi, sabe mayores detalles acerca de la duración de su estancia, de lo que les aconteció y de cuándo volvieron a abandonar la Tierra. En otras palabras: nadie, a excepción de los hopi, sabe algo acerca de la historia y el destino de esos seres. 

 Por medio de las tradiciones podemos deslindar tres fases en la historia de los katchinas. La primera fase se inicia en tiempos muy remotos. Lo cierto es que los katchinas están firmemente establecidos en Kasskara. Dicho país tiene unos límites bien definidos y sus habitantes parecen ser agricultores. La situación era estacionaria. Los katchinas eran los señores, benevolentes pero indiscutibles. Era la época de su colonizaje terrenal propiamente dicho. Este equilibrio se vio truncado por acontecimientos geológicos que obligaron a los hombres, y también a los katchinas, a emprender la huida. La reconstrucción de la sociedad y del orden social en Tauroma llegó a su fin por otro acontecimiento geológico, al ser destruida Tiahuanaco.

  Ahora comienza la segunda fase en la historia de los katchinas. El país crece, debido a que el continente suramericano va emergiendo cada vez más de las aguas. La gente va emigrando hacia todos los lados: todo está comprendido en un constante cambio. Así resulta un estado no estacionario, que no puede tener centro alguno, por lo que arrebata a los katchinas su posición central y dirigente. Los katchinas acompañan entonces a determinados clanes en las migraciones, y sus continuados esfuerzos culminan una vez más en la “alta escuela” implantada en "La Ciudad Roja”. Esta segunda fase se cerró al abandonar los katchinas nuestra Tierra, en época de los turbulentos tiempos del Yukatán, aproximadamente en el siglo I d.N.E. Con ello desaparecen de nuestra vista, aunque se dice que los katchinas todavía nos siguen observando ahora, en la cuarta fase de nuestro mundo.

  ¿Qué podemos decir como colofón de esta exposición? No sabemos qué impulsó a los katchinas a venir a la Tierra. Pero lo que es completamente seguro, es que no ejercieron absolutamente ninguna influencia sobre los grandes acontecimientos: ni sobre las grandes catástrofes naturales ni sobre la dinámica de los pueblos migradores después del nacimiento de América del Sur. Esta necesidad completamente no divina muestra una clara delimitación de su poder y constituye, en último término, la mejor confirmación de su naturaleza física.

  Con ello volvemos a la sentencia de la época del Yukatán: “Esta es la Tierra, hombres, pueden seguir su propia voluntad. * Estas no son palabras de dominadores. Los katchinas reconocen que los cambios se encuentran más allá de su poder y por ello dicen ahora: “es la responsabilidad del hombre.

  Se trata de una responsabilidad que nos atañe a nosotros. No sólo la responsabilidad para nosotros mismos, sino también para esta maravillosa y pequeña bola, nuestra Tierra, nuestra patria y nuestra heredad. Y la patria y heredad de todas las generaciones venideras.

  ¿Haremos justicia a esta responsabilidad nuestra?


JOSEF BLUMRICH Nació en 1913. En 1959 emigró a los Estados Unidos para dedicarse a la construcción de cohetes. Al ingresar en la NASA, estuvo al principio al frente de un grupo de investigadores dedicados a la construcción de cohetes. Hasta julio de 1974 era director de la Sección para proyectos de construcción que la NASA posee en Huntsville. Blumrich está en posesión de diversas patentes para la construcción de cohetes de gran tamaño. En 1972 la NASA le concedió la Medalla por Servicios Excepcionales. 

 Publicaciones:

 1973 Da tat sich der Himmel auf (Ezequiel vio una nave extraterrestre) 

 1979 Kasskara und die Sieben Welten (Kasskara y los siete mundos) 

*Transcripción de la conferencia realizada por Josef Blumrich en el congreso de la Ancient Astronaut Society en Munich, Alemania, en el año 1979, y publicado en la revista española Mundo Desconocido Extra n° 1


sábado, 19 de julio de 2025

MANOA, EN BUSCA DE LA CIUDAD DE ORO POR AURELIO M. G. DE ABREU


El mito de ciudades increíblemente ricas en Sudamérica, como El Dorado o Manoa, dominó la imaginación y la codicia de nuestros primeros exploradores. A diferencia de El Dorado, la ciudad de Manoa nunca ha sido descubierta: desde los españoles en el siglo XVI hasta un inglés en 1925, todos fracasaron en su búsqueda. El arqueólogo Aurelio M. G. de Abreu informa aquí sobre las expediciones realizadas a esta "ciudad dorada"

 Entre los temas que la mayoría de los arqueólogos brasileños evitan prudentemente está la posible existencia de una ciudad precolombina "perdida" en algún lugar de la selva ecuatorial, la Amazonia o el interior de Mato Grosso. Y lo más curioso es que, aunque existen dudas sobre su existencia, incluso se conoce su nombre, que resuena como símbolo de misterio hasta el día de hoy: Ma-Noa o Manoa. 

 Ya sea un mito, una proyección de las ciudades incas cuya fama las llevó a los oídos de los habitantes de la selva a miles de kilómetros de distancia, o una creación fruto de los sueños de los conquistadores españoles insatisfechos con -los descubrimientos realizados en México, Colombia y Perú-, lo cierto es que Manoa ha costado la vida a innumerables exploradores a lo largo de los siglos posteriores a la conquista del Nuevo Mundo. Incluso hoy, siempre habrá gente dispuesta a aventurarse en la selva amazónica, con todo el sufrimiento que conlleva, como el riesgo de una muerte rápida por veneno de serpiente o una muerte lenta y dolorosa a manos de indígenas incultos capaces de torturar especialmente a aquellos que se atreven a entrar en sus tierras, que están prohibidas par a la gente blanca.

La historia de la búsqueda de la ciudad de Manoa está ligada a la historia de la propia América del Sur, ya que comenzó poco después de la conquista del Perú, y dio lugar a cientos de expediciones que penetraron a lo largo y ancho del continente,  atravesando bosques, valles, montañas y desiertos.

  Evidentemente, muchos investigadores se inspiraron en la historia, vigente en la época de la conquista, sobre la curiosa costumbre del Cacique Dorado: sumergirse en las aguas del lago Guatavita, cubierto de polvo de oro, mientras sus súbditos lanzaban ofrendas de oro y piedras preciosas a las deidades del lago. Aunque esta ceremonia ya había sido abandonada, el lugar donde se celebraba no era completamente desconocido, tanto que el emperador Felipe II de España autorizó a Antonio de Sepúlveda a realizar búsquedas en el lago. Esto resultó en un descubrimiento confesado de pepitas de oro y objetos con un valor de 6.000 pesos entre 1562 y 1563. Por lo tanto, si se conocía la ubicación del lago sagrado de los chibchas, es evidente que el reino de Manoa, o la ciudad del Gran Paititi, como también se le llamaba a menudo, no podía confundirse con la tradición de Eldorado, originario de Colombia. 

 La primera expedición conocida para conquistar Manoa fue la de Diego de Ordaz, quien partió de España en 1531. En su primer contacto con el río Amazonas se produjo cuando la flota, comandada por Juan Cornejo, naufragó tras perder dos barcos. Se dice que Cornejo y otros 300 hombres se salvaron, pero posteriormente fueron capturados y esclavizados por los indígenas. Diez años después, la expedición de Francisco Orellana escuchó historias sobre esto: mujeres amazónicas que, según se creía, tenían hombres blancos en su poder, con quienes se apareaban en determinados momentos. Mientras tanto, Ordaz, que había escapado al destino de sus compañeros, recopiló nueva información sobre la misteriosa ciudad: en su opinión, era la capital de un imperio que se extendía por la selva, compuesto por aldeas y pequeños pueblos, todos sujetos a la autoridad del soberano de Manoa, el Gran Paititi. Según las cartas de Ordaz, esta capital se encontraba en algún lugar entre los rios Orinoco y Amazonas, entonces llamados Huayapari y Rio Grande, respectivamente. 




Manoa liberaría a los incas del poder español. 

 Tras la muerte de Ordaz, surgieron numerosas expediciones que buscaban desentrañar el secreto que ocultaba la selva. Nombres como Sebastiáo de Belalcázar, Ximénez de Quesada y Ambrosio Alfinger pasarían a la historia, no solo por las búsquedas que emprendieron, sino también por la extrema crueldad que emplearon contra los aborígenes, a quienes saquearon y torturaron en busca de la información deseada, Y, como era inevitable, casi todos tuvieron finales trágicos, como resultado de los métodos empleados contra los desafortunados nativos.

 Un nuevo capítulo en la historia se abrió con el viaje del bergantín de Orellana, quien reportó haber combatido con las mujeres guerreras que posteriormente darían nombre al rio Amazonas; pero, de su relato, lo que más nos interesa es la información que nos brindó el cronista de la expedición, el padre Carvajal, de que se encontraron durante una de las paradas, en un pueblo a orillas del gran rio, con hombres de piel clara, adornados con ornamentos de oro, que eran tratados con especial respeto por los indígenas, pues eran enviados por el gran rey de Manoa. El encuentro ocurrió de noche, y cuando los españoles despertaron, ya no vieron a los forasteros, quienes aparentemente se habían marchado al amanecer. Este hecho, sumado a la descripción de las hermosas piezas de cerámica utilizadas por los nativos, que el cronista, experto en la exquisita cerámica española de la época, describe con palabras sumamente elogiosas, revela un punto de considerable importancia para el estudio de los hechos que subyacen a la leyenda de la ciudad perdida.

  Mientras varios grupos persistían en su búsqueda, adentrándose en la Amazonia, otros partieron de Paraguay, donde los rumores sobre las riquezas encontradas en la legendaria ciudad también eran constantes. Quizás el más importante de estos investigadores fue el gobernador Álvar Núnez Cabeza de Vaca: entre 1541 y 1562, intentando descubrir el secreto, se adentró en lo que hoy es el estado de Mato Grosso. Debido a la fiebre que azotaba a sus hombres, además de la casi total falta de víveres y municiones, Cabeza de Vaca se vio obligado a regresar, aunque los guías le aseguraron que su destino estaba a solo diez días de marcha. De esta época aún se conservan los nombres de Francisco de Ribera, Irala y Hernando de Ribera y Chávez. Todos intentaron, sin éxito, llegar a la «ciudad de las puertas de oro», nombre que los guías antiespañoles usaban para designar a Manoa.

  Un hecho muy relevante sobre el tema es que los últimos reyes incas, que se rebelaron tras la conquista, esperaban la ayuda militar del Gran Paititi, un soberano aliado que ocupaba una extensa región de la selva tropical. Jefes como Tito Cusi y Túpac Amaru siempre se refirieron a esta ayuda como un hecho indiscutible, y la forma en que la brindaron sirvió para mantener viva la llama de la esperanza entre los pueblos subyugados por los españoles; incluso ellos temían profundamente que la amenaza se materializara. Esto los impulso a buscar el misterioso reino, con la intención de neutralizarlo como amenaza militar y saquear sus prodigiosas riquezas. Y así, las expediciones se sucedieron, la mayoría simplemente devoradas por la selva, sin dejar rastro.


Urna funeraria de la cultura Cunani, descubierta en la Amazonia en 1895 por la expedición de Goeldí.



 1595: Raleigh avista los edificios de Manoa 

 También el nombre del famoso corsario británico Walter Raleigh es vinculado al de Manoa. Raleigh, al adentrarse en el rio Amazonas en 1595, capturó a uno de los aventureros españoles que buscaban la "ciudad del oro", y este le contó toda la información que había obtenido de los indígenas. Con esta información, el corsario creyó que la aventura podría proporcionarle su mayor conquista y emprendió su incursión desde la cuenca del Orinoco, remontando uno de sus afluentes hasta las proximidades del río Amazonas. El resultado fue descrito por él en un libro de 1596, ahora extremadamente raro, que lleva el sugerente título El Descubrimiento del Grande, Rico y Hermoso Imperio de la Guayana con una relación. de la gran y Dorada Ciudad de Manoa, a la que los españoles llamaban El Dorado. Al examinar la copia que poseemos, encontramos, en el inglés arcaico que se usaba allí, que Raleigh informa haber avistado los edificios dorados de Manoa, situados a orillas del lago Parima, donde el rio que vadeaba desembocaba en el mar. No llevo a cabo la invasión planeada debido a problemas climáticos y al temor a ser atacado por los españoles, lo cual podría haber impedido su retirada -lo cual habría sido fatal. Por supuesto, la credibilidad de la narración es muy cuestionable, pero parece indudable que creía tanto en la existencia del ansiado asentamiento- que intentaría una nueva incursión, completamente infructuosa, años después de escribir el libro. 


Portada original del libro de Raleigh de 1596


 El paso de los años, convertidos en siglos, no fue suficiente para abandonar por completo el sueño de tantos. Una lista de los diversos esfuerzos emprendidos para encontrar la legendaria ciudad daría para llenar una obra de varios volúmenes; incluso en este prosaico siglo XX, en el que el hombre ha conquistado casi todo el planeta, vemos que hay criaturas, como el coronel Fawcett, capaces de desperdiciar sus vidas en una empresa que muchos calificarían de locura, aunque la leyenda misma ha recibido nuevos elementos. Uno de ellos es el informe manuscrito, que ahora forma parte del acervo documental de la Biblioteca Nacional de Rio de Janeiro, enviado por bandeirantes que recorrieron el interior de Brasil durante más de una década. 

 Este relato, catalogado con el número 512 en la mencionada biblioteca, es una carta enviada al Virrey en el lejano año 1754, en la que se describe el descubrimiento, en 1753, de una ciudad en ruinas. Contenía edificios de piedra (varios de los cuales se habían derrumbado), arcos, inscripciones con signos indescifrables y una gran estatua de piedra negra que representaba a un hombre con el brazo extendido, apuntando hacia el norte.

 Siglo XX: La búsqueda de Percy Fawcett

  El autor de la narración, que no sigue una secuencia lógica, también alude al descubrimiento de una moneda de plata y a la existencia de indicios de minería muy cerca de la ciudad abandonada, concluyendo con la información de que la región estaba habitada por indígenas de piel clara que no aceptaban el contacto con extranjeros. Algunos de los símbolos dibujados sugieren letras griegas, mientras que otros son similares a los miles de litoglifos conocidos en el interior de Brasil. En varios puntos, la narración es semiilegible, tras haber sido atacada por insectos, y no cabe duda de su antigüedad, ya que se cita en estudios desde 1839. 


Mapa publicado en el libro Exploración Fawcett, publicado en Chile en 1955


 Varios factores atrajeron la atención del coronel Percy Fawcett hacia la ciudad perdida. Durante muchos años, Fawcett viajó por el interior de Brasil y Bolivia como miembro de la comisión de limites contratada por el gobierno boliviano. También poseía un ídolo de piedra cubierto de inscripciones, probablemente originarias de Brasil, que le regaló H. Ridder Hagard, autor de Las minas del rey Salomón y Ella, una novela que, casualmente, transcurre en una “ciudad perdida" de África.

  Fawcett creía que la estatua era de Manos; al examinar el documento n.° 512, emitido por los bandeirantes, se sorprendió al encontrar, entre los símbolos dibujados, algunos idénticos a los del ídolo que poseía. 

 Tras esta revelación, el coronel inglés no tuvo descanso y buscó ayuda para una expedición a las tierras donde suponía que se encontraba Manoa, un punto inhóspito entre Mato Grosso y Goiás,  nunca  especificado. 

 Finalmente, el 20 de abril de 1925, Fawcett, acompañado de su hijo Jack y un amigo, Raleigh Rimmel, quien actuaría como fotógrafo en la pequeña expedición, se adentró en la selva, llevando un pequeño equipaje, algunas armas, su ídolo inseparable y la credencial proporcionada por la Real Sociedad Geográfica de Gran Bretaña (que, de esta manera,  demostró creencia en los planes del investigador).

Retrato del coronel Fawcett, poco antes de su desaparición en la Amazonia



  El resto es suficientemente conocido como para requerir mayor explicación. Su última carta, enviada desde algún lugar de la selva, estaba fechada el 29 de mayo de 1925; en ella, Fawcett describe, obtenida de un indígena, la existencia de las ruinas de un gran asentamiento, donde supuestamente había un edificio iluminado ciertas noches por un "cristal" colocado sobre un pilar. Y nunca más se supo del pequeño grupo, salvo innumerables rumores traídos por cazadores y buscadores de oro.

  Pasaron muchos años hasta que se resolvió el misterio de la desaparición de los exploradores. Finalmente, un jefe de una tribu menor confesó al explorador Orlando Villas-Boas haberlo asesinado a él y a su hijo, informando que el fotógrafo había muerto de causas naturales a causa de fiebres malignas. Otro triunfo para el misterio que rodea a la ciudad perdida.

  ¿Y qué hay de Manoa? Aunque todavía hay quienes creen en su existencia, la ciencia oficial ha tendido a considerarla una mera leyenda, derivada del deseo de los indígenas de librarse de la incómoda presencia de los blancos en las cercanías de sus territorios, ahuyentándolos con la promesa de un espejismo dorado, lógicamente lejos de sus chozas. Solo la existencia de ídolos de piedra y cerámica ritual hallados en la Amazonia arroja una sombra razonable sobre esta afirmación, hasta el punto de que un arqueólogo de la talla de Donald W. Lathrap declaró que «una investigación más profunda podría revelar evidencia de la existencia de una cultura de gran importancia que se desarrolló hace cientos de años en la Amazonia brasileña, dando lugar a las antiguas culturas del hemisferio sur». Esperamos que si se encuentran tales restos y ruinas, no sean destruidos por alguna máquina niveladora antes de que los arqueólogos puedan resolver el misterio de la ciudad por la que tantos perdieron la vida en la búsqueda: Manoa.


OBRAS DEL AUTOR; Civilizaciones perdidas de las Américas, por Aurelio M. G. de Abreu; Introducción al estudio de las culturas indígenas del Brasil, idem. 

Artículo traducido de la revista brasileña Planeta, gracias al generoso aporte de nuestro amigo y colaborador Javier Stagnaro 


sábado, 12 de julio de 2025

MAGOS DE LA TIERRA DEL FUEGO

 

 LA ESCUELA DE CHAMANES

Cuando los encontró a finales del siglo pasado, durante un viaje de investigación a Tierra del Fuego, Charles Darwin quedó asombrado y exultante: ¿sería este el "eslabón perdido" de la raza humana? En aquellas tierras heladas, los habitantes vestían taparrabos y poseían dones paranormales. Hoy en día, los yámanas, los selk'nam y los halakwulup están prácticamente extintos. Pero su escuela de iniciación para brujos es una de las más curiosas jamás conocidas. Planeta publica material exclusivo sobre ellos.

Antes de su extinción a manos de los blancos, los indígenas Yámanas de Tierra del Fuego, contaban con una autentica escuela de chamanismo donde los estudiantes aprendían todo sobre lo oculto.

 A pesar de las condiciones extremadamente desfavorables en las que vivían: desnudos o vestidos únicamente con pieles de animales, lograban con la ayuda de numerosos dones paranormales y rituales mágicos, desafiar a la naturaleza que era extremadamente cruel.

En ese lugar, pero particularmente la tribu Yámana (Yámana significa seres humanos) la que se destacaría por su escuela de chamanes, donde los estudiantes debían someterse a métodos extremadamente exigentes.

  En 1882, Charles Darwin viajo en la fragata Beagle, que permaneció anclada un tiempo en el archipiélago más austral de nuestro continente. Darwin creía que los habitantes de esas islas poseían una resistencia sobrehumana. Las tribus Yamana, Sel knam y Halakwulub habitaban estas tierras heladas y azotadas por las tormentas, sin ropa, salvo ocasionalmente taparrabos y pieles de nutria o zorro. Además, sus cuerpos estaban cubiertos de gruesas capas de grasa, que les proporcionaban calor y almacenaban energía. Todo esto convertía a los habitantes de Tierra del Fuego en un pueblo sano, robusto y con una resistencia extraordinaria. Estas tribus que lograron adaptarse al clima probablemente ya llevaban más de 2.000 años viviendo en ese remoto extremo de Sudamérica. Se comunicaban con sus vecinos mediante señales de humo, lo que dio al descubridor Fernando de Magallanes la idea de bautizar esa región como «Tierra de Humo». Posteriormente, Carlos V cambió el nombre a Tierra del Fuego.



Las "señales" indicaban quién estaba predestinado

Los informes vagos sobre los pueblos de esta nueva tierra dieron lugar al rumor, que circuló por Europa, de que eran una "raza de gigantes". Otra idea que surgió en aquella época fue que los pueblos de Tierra del Fuego completaban el eslabón perdido entre el hombre y el animal. Pero con el acercamiento entre estos pueblos y los navegantes de otras tierras, los científicos se vieron obligados a abandonar estas ideas. Cuando el barco de Charles Darwin atracó allí, aún vivían unos 3.000 yámanas. Para 1908, solo quedaban 170 personas, y para 1932, solo 43. Hoy en día, los pueblos originarios de Tierra del Fuego están extintos: las guerras y las enfermedades importadas por los blancos los han exterminado. Pero sus fascinantes métodos para entrenar chamanes nos fueron descritos en la década de 1920 en la obra del etnólogo Martín Gusinde.

Describamos estos métodos como un ejemplo del chamanismo yámana. La llamada al yekamus, o chamán, podía ocurrir de varias maneras. En el caso de una llamada espontánea, existían varias posibilidades.

Cuando un joven, mientras dormía, contemplaba el fuego o caminaba por el bosque, comenzaba repentinamente a cantar, experimentaba, según los yámanas y otras tribus, un cambio de conciencia que le permitía comunicarse con los espíritus. Gusinde observó un caso similar en la tribu selk'nam. El niño tenía ocho años y solía aislarse mucho de sus compañeros. Era tímido y retraído. Cuando estaba solo, cantaba melodías monótonas durante horas. Pronto se mudó a la cabaña del chamán Tenenesk como aprendiz.

Uno de los casos más frecuentes ocurría durante el sueño, cuando el aspirante se encontraba con un chamán conocido: esta era la señal de la llamada. Si un chamán tenía un sueño en el que se le aparecía un aspirante a quien debía aceptar como futuro yekamus, ninguno de los dos, maestro o discípulo, dudaba ni un instante.

Otra posibilidad: un joven camina por el bosque buscando un árbol adecuado para fabricar un mango de arpón. Tarda mucho en encontrar el árbol adecuado. Cortar la rama también es sorprendentemente difícil; de repente, la madera empieza a sudar. Reconoce la señal de inmediato, corre a casa, pide a su familia que no lo molesten y se queda dormido. En el sueño, ve su kespix (alma) frente al árbol, en compañía del kespix de muchos chamanes. Los chamanes le dan muchos regalos y comida. Se siente bien en su compañía; todo es como él desearía. Al despertar, el discípulo extraña esa región del bosque.  Los vecinos, al reconocer su condición, se reúnen y cantan la canción cowanni ("canción de los espíritus del mar"). Inmediatamente se duerme de nuevo, reunido con sus compañeros espirituales. Al terminar los cantos, finalmente regresa a la vida cotidiana.

Los sueños normales y el "soñar" son dos cosas completamente diferentes. Solo el yekamus posee el don de "soñar", es decir, de abandonar el cuerpo. Aun así, los fueguinos desconocían nuestro tipo de sueño: todos los sueños significan estados en los que la persona camina en la tierra de los espíritus. El "soñar" del yekamus es un sueño consciente, aprendido durante su formación en la escuela de chamanes; el sueño del hombre común es inconsciente y pasivo.

Otra situación: alguien camina por el bosque, absorto en sus pensamientos. Empieza a olvidarse incluso de sí mismo, cuando de repente  se encuentra con un gran número de espíritus, así como con gente de la "gente pequeña". Entonces se queda dormido y tiene un sueño profundo, cuando puede ver a los "pequeños habitantes de los viejos árboles" con mayor claridad. Lo invitan a unirse a ellos. El hecho de que lo reconozcan como "uno de ellos" es prueba de que esa persona debería convertirse en yekamus.

Contacto directo con espíritus animales.

La llamada también puede provenir de los espíritus del mar, los cowanni. Un joven que pasea por la costa puede adquirir repentinamente la clarividencia, el asikaku: se le aparecen los kespix de gaviotas, ballenas, peces espada, camarones y buitres. Todos le hablan de forma halagadora y amistosa. Mientras su cuerpo inconsciente yace en la tierra, su alma se comunica con el reino invisible. El espíritu que más se acerque a él, el que se muestre • más amigable, será su guardián. Diáo, o Yefacel.

El principio de la "llamada" es siempre el mismo: un joven sensible (o también una joven) alcanza, en soledad, un alto grado de interiorización. Su consciencia se transforma, entrando en un nuevo mundo de nuevas experiencias, esa misteriosa existencia de la que oyó  hablar de niño. Entre el neófito y los seres de este nuevo universo se desarrolla una relación muy íntima. Si una persona elegida se niega a seguir el consejo de estos espíritus, estos la matan. 

 

Una persona así pierde el control de su ego; no come ni bebe, se aísla de los demás y vive en un "sueño". El aspirante parece estar siempre meditando, totalmente concentrado en sí mismo. Durante horas yace inmóvil en su cabaña: no quiere distracciones ni dormir. Se acuclilla durante días seguidos,  siempre en el mismo lugar, inmóvil. Cuando una serie de experiencias horribles lo perturbaban profundamente, decía: «Ahora ha llegado el waiyuwen (fuerza interior) que invoqué». 

 También hubo muchos casos de personas que tuvieron que rendirse por no poder penetrar el asikaku, la visión espiritual. Hasta que uno se convertía en chamán completo, a menudo tardaba cinco años. 

Los yámanas contaban con una escuela para chamanes: la Loima-Yekamus. Las clases no tenían una duración fija, y los futuros chamanes estudiaban durante los largos meses de invierno, a menudo con intervalos de años. Cada fase duraba unos seis meses. Se había construido una espaciosa cabaña en un lugar especialmente elegido. La cabaña Loima no es una construcción tradicional. 

Cualquier tipo de construcción exige un gran respeto y veneración. Los haucella, espíritus malignos y peligrosos, viven aquí. Son los dueños y guardianes de la cabaña, y se requiere mucha precaución al acercarse. Los aspirantes permanecen en su casa unas horas y luego se dirigen a la cabaña de Loima, cabizbajos, con los ojos entrecerrados, de puntillas y caminando muy despacio. Deben abandonar todos sus deseos, excepto uno: convertirse en chamán. La distancia entre su casa y la cabaña de Loima suele ser muy corta, pero se tarda hasta cinco horas en recorrerle. Todos sienten que en esa cabaña estarán completamente entregados a los espíritus. Solo una actitud seria y respetuosa puede ganarse la confianza de los habitantes de la cabaña. El aspirante sabe que le esperan meses de férrea concentración y rigurosos ejercicios, durante los cuales deberá concentrar toda su fuerza de voluntad. 



Tensión plena: todos los sentidos abiertos  

Maestros experimentados vigilan y ayudan a los jóvenes discípulos. Nadie debe descansar fuera de la cabaña de Loima para minimizar la posibilidad de distracciones. La comunicación con la familia está restringida y las relaciones sexuales están prohibidas. El aprendiz dedica todo el día a ejercicios espirituales, meditaciones y contemplaciones. 

 

Los discípulos permanecen sentados en sus lugares, inmóviles, durante horas. Al anochecer, alrededor de las 4:00 p. m., comienzan a cantar juntos, una canción que dura hasta el amanecer. Tras unas horas de descanso, al amanecer, se reanudan los ejercicios; es decir, los discípulos, permanecen sentados hasta el mediodía. Ahora, la pequeña comunidad empieza a recoger leña ya buscar mariscos. Tres horas después, todos comienzan de nuevo

 

Espíritu y comunidad  

Las meditaciones ya están hechas. La dieta es muy modesta, unos tres mariscos por persona al día. Si un aspirante muestra progreso, su comida diaria se reduce a dos mariscos o solo uno. Cuanto menos coma, mayor será su desarrollo espiritual. Sabemos que el ayuno siempre ha sido un método seguro para lograr transformaciones de conciencia en todos los pueblos del mundo. Al debilitarse el cuerpo, las estructuras psíquicas habituales también pierden su fuerza. 

 

Nuevas capas de piel: emerge el cuerpo sutil  

El propósito de los ejercicios es uno: descondicionar completamente al discípulo, destruir toda su estructura cotidiana, todos sus patrones, costumbres y condicionamientos. El ayuno, la inmovilidad, el dolor, el miedo constante a los espíritus Haucella, así corno el aislamiento prolongado de la vida cotidiana de la tribu, llevaron al aspirante a un nuevo nivel de consciencia. El discípulo absorbió toda la atmósfera mágica de la cabaña Loima. Cuerpo y espíritu se encontraban en un estado de vacío, sin referencias, sin apoyo ni conexión con nada. Una nada en la que el discípulo se sentía confundido e indefenso. Todas sus costumbres, su moral, todos los códigos de conducta, ya no existían. Y con el tiempo, un nuevo mundo comenzó a emerger, que tuvo que explorar con gran cuidado. 

 

El chamán quería, en el sentido más amplio de la palabra, reconstruir el cuerpo: los aspirantes se frotaban la cara con trozos de madera, previamente sumergidos en pintura blanca. La presión era muy suave, muy ligera. La razón: permitir que apareciera una capa de piel más fina que la original. Al frotarse la cara durante semanas, apareció aquella segunda capa. Pero el "raspado" no terminaba ahí: los aspirantes debían continuar hasta llegar a una tercera capa, tan sensible que era imposible tocarla sin causar un dolor terrible. 

 

Cuando todos los discípulos alcanzaron ese nivel, las clases terminaron. Por supuesto, no se trataba realmente de producir capas de piel cada vez más sensibles. En esencia, estos ejercicios monótonos ayudaban en el proceso de transformación de la conciencia.

 Las tres capas de piel  simbolizaban los tres cuerpos más sutiles. Este ritual de frotarse la cara recuerda a los esquimales, quienes, con el mismo propósito, frotaban dos piedras entre sí durante semanas hasta convertirlas en polvo. Esto también recuerda a la "rueda de oración" del lamaísmo. Con la tercera piel, emergía un segundo cuerpo. Los yámanas explicaron que este segundo cuerpo era muy fino y estaba hecho de "un material tan ligero como plumas". 

 

El cuerpo del yekamus parece ser exactamente igual al de una persona común. Sin embargo, en realidad, el radio del cuerpo del hechicero es mucho mayor, cientos de metros mayor, y todo lo que se encuentra dentro de este radio le es revelado al chamán. Cuando un yekamus resulta herido, la gente común ve brotar sangre, pero en realidad esto no es posible: el "cuerpo emplumado" del hechicero no contiene sangre. Por eso, los habitantes de Tierra del Fuego no consideran al chamán un ser humano común. 

 

"Sonhar", un arte dentro del aprendizaje  

El objetivo principal de las clases era adquirir el waiyuwen de otro yekamus. Waiyuwen significa fuerza, energía, y se refiere a la parte inmaterial del cuerpo del chamán. En estos casos, el discípulo pedía a un viejo maestro que le concediera su waiyuwen, o él mismo lo tomaba del cuerpo de un hechicero fallecido. 

 

Los yámanas describen el surgimiento de un hechicero de la siguiente manera: mediante el "ensueño", el yekamus pierde su personalidad, mientras que su kespix, o alma, comienza a trabajar. El kespix hace todo lo que el yekamus exige. Al cantar una melodía muy desafinada y monótona una y otra vez, el chamán se transporta al estado de "ensueño". Este canto es indispensable, porque solo a través de él se manifiestan el waiyuwen y la actividad del kespix. Los discípulos de la cabaña de Loima tienen un solo deseo: aprender a "ensueñar". Cuanto más desarrollado esté el chamán, menos dificultad tendrá para transportarse al estado de "ensueño".

 La idea de "sonhar" -o "soñar"- suele significar, entre los pueblos primitivos, otro estado de conciencia. Se sabe que los aborígenes australianos hablan del "tiempo de ensueño", mientras que los indígenas norteamericanos dicen: "Todos somos soñadores". 

 

Función del mago: proteger a la comunidad  

A primera vista, parece que el chamán está dormido, pero en realidad su kespix está cumpliendo sus órdenes. Al cantar, el chamán no solo establece contacto con el kespix, sino que también invoca al yefacel, su ángel guardián. Además, el hechicero obtiene control sobre los haucella (espíritus malignos) y los cowanni, espíritus de animales marinos. Si se acerca el final del "año escolar" sin que ningún aspirante haya logrado contactar con el mundo espiritual y su propia alma, el maestro aplica un método aún más riguroso. El maestro le dice al aspirante: "intentaré estrangularte". Tomando un cinturón de cuero, comienza a estrangular al discípulo con todas sus fuerzas, hasta que el niño cae. Su kespix se dirige ahora a los espíritus. 

 

A partir de ese momento, el aspirante ya no tendrá la menor dificultad en enviar su alma a los espíritus. De los relatos conocidos, no es posible deducir si se trata realmente de una especie de estrangulamiento o de una mera acción simbólica. Sea como fuere, muchos pueblos utilizan este método para separar el alma del cuerpo, o al menos para acelerar el proceso de espiritualización. El sacerdote oráculo del Dalai Lama lleva un casco metálico de muchos kilogramos, sujeto a su cuello con un cinturón. Mediante danzas extáticas, el cuero tensa el cuello cada vez más, produciendo un efecto sofocante y contribuyendo enormemente al cambio en la percepción del sacerdote.

 

 En la última noche del curso, ante un público numeroso, se canta con intensidad y se invoca a los espíritus Cowanni. Los aspirantes envían sus kespixs para traer los kespixs de esos espíritus: kespixs de pingüinos, ballenas, gaviotas, focas y otros animales marinos. Estos espíritus esperan ser recibidos con gran ceremonia. Los marineros llegan en canoas y ahora comparten sus remos y arpones, imitando un tormentoso viaje en canoa, cantando parar. En cuanto los actores terminan la representación, los cowanni regresan al mar. Con violentos pisotones, los discípulos empujan la haucella de vuelta a las entrañas de la tierra. 

 

Después de todo esto, el discípulo suele elegir a uno u otro maestro para aprender más. No hay nada ridículo ni primitivo en el comportamiento descrito. Es un ritual que tiene un efecto sugestivo en los aspirantes o que, de hecho, evoca espíritus de la naturaleza. 

 

Entre este tipo de personas, el chamán tiene una verdadera responsabilidad: le corresponde librar a la tribu de enfermedades, protegerla de los enemigos, atraer alimento (caza) y paz. Al mismo tiempo, es el historiador, filósofo y sacerdote de la tribu. Todos confían en él, pero si falla, podría ser asesinado. 


Duelo en el astral: la mortal "flecha invisible"  

Los yámanas conocian una jerarquía precisa del chamanismo, según la verdadera capacidad de los yekamús. Cada chamán se especializaba en la rama en la que destacaba, buscando alcanzar el máximo conocimiento posible. Algunos se concentraban en curar enfermedades, otros observaban el camino de las focas, las ballenas y los bancos de peces, otros lo sabían todo sobre el bosque, el comportamiento de los guanacos, los zorros, las ratas y los búhos; otros eran expertos en las actividades solares, lunares y estelares, y algunos lo sabían todo sobre el clima, las nubes, la lluvia, las tormentas, la nieve y la escarcha. Pero también podían usar sus dones de forma negativa. 

 

Si un yekamús malvado pretendía dañar a alguien, se transportaba a ese estado de "sueño", encontraba el kespix de la persona en cuestión y le lanzaba un yekus, o punta de flecha de piedra. Si daba en el blanco, lo notaba en el hoga, pero la persona solo se daba cuenta del resultado del ataque mucho después. Siempre transcurría cierto tiempo entre el ataque y la enfermedad de la persona atacada, porque el alma, como sustancia vital, se refleja con un efecto retardado en el cuerpo físico. Y solo un yekus más fuerte podía ayudar a la persona herida. Este yekus intentaba, en sueños, ver el kespix de su paciente y localizar la punta de flecha, determinando quién la había lanzado. Para curar al paciente, era necesario extraer la punta del alma. En un tratamiento de este tipo, toda la familia estaba presente y el yekus describía lo que hacia, diciendo que estaba mirando el kespix del paciente, localizando y extrayendo la flecha. Aún en su estado de sueño, reprendía a su colega por esta acción negativa. Tras el tratamiento, el paciente se sentía mejor de inmediato. La fatiga, el dolor y el agotamiento generalmente desaparecían. Para proteger a sus pacientes de los ataques de los yekamús enemigos, el sanador usaba su capacidad de expandirse hasta alcanzar el tamaño de una montaña. Se colocaba como una barrera protectora entre el paciente y las fuerzas negativas. Si el yekamús enemigo era más fuerte, apartaba la montaña; si no, el atacante se veía obligado a retirarse.

 

Siempre sorprende observar cómo los chamanes retrataban , eventos paranormales y mágicos según su tradición cultural, dado que la punta de flecha era tan importante en el mundo real para la supervivencia de los yámanas. Por lo tanto, era lógico que también lo fuera en el mundo mágico. La descripción del otro mundo era muy poco objetiva 

como las experiencias de este mundo, que observamos a través de nuestros sentidos, que a menudo son muy subjetivas


Curación de enfermos: técnica y exorcismo  

En la ceremonia de sanación, el yeka mus aparecía muy adornado. Llevaba una diadema de plumas en la cabeza y todo el cuerpo pintado de blanco. El paciente yacía sobre una estera. Cantando, el chamán comenzó a masajear la zona dolorida. Con la boca, succionó el yekus invisible del cuerpo del paciente. Luego, vomitó el objeto, describiéndolo a los presentes. La punta de flecha era invisible para el público. Solo él, el chamán, podía verla desde su posición. Finalmente, sopló para expulsar la flecha. El método de masaje, que consistía en succionar y soplar para expulsar el objeto invisible, también se utilizaba para curar enfermedades menores, heridas leves o para eliminar las consecuencias de entrar en lugares de mal agüero. Los yámanas también distinguían entre las enfermedades causadas por un chamán y las de los watauniewa. 

 

El Ser Supremo de su mitología. Si la tribu se sentía malhumorada o intranquila, se reunían en una makainkina para restablecer la armonía. Todos se reunían alrededor del fuego, danzando. Como creían que el Ser Supremo era la causa de la discordia, lo maldecían, agitando los puños y lanzando trozos de madera. Luego golpeaban el fuego para quemar todo lo negativo. Varios etnólogos han afirmado que el clima siempre mejoraba inmediatamente después del trabajo de un yekamús. 

 

Durante el Loi-ma-Yekamus (el curso del chamán), muchos brujos se reunían para influir positivamente en el clima durante las clases. Cuando las tormentas se prolongaban, los habitantes de Tierra del Fuego no podían salir a buscar comida, y en estos casos, el yekamus era el único capaz de ayudar. Se transportaba al estado de "ensoñación", invocando a los espíritus cowanni. Estos espíritus enviaban bancos enteros de diversos peces a la playa donde Vivian las tribus necesitadas. También eran estos cowanni quienes enviaban a los cangrejos a la playa, hacían que las aves aterrizaran cerca de los cazadores y familias enteras de ballenas "varadas" en la arena. En las "pruebas de fuego", el yekamus se paraba con ambos pies sobre las brasas y, entre una y otra, levantaba uno u otro pie. También sostenía brasas en la mano, apretándolas en el puño durante al menos un minuto. No se quemaba.

 

 El famoso chamán Tenenesk le enseñó a Gusinde lo siguiente: colocaba tres piedras del tamaño de una cereza en la palma de su mano, las observaba con gran concentración y, soplando suavemente, las hacía desaparecer. Una bruja poseía el mismo don. Se desnudaba por completo y le colocaban en la mano diversos objetos, como hongos, caracoles, piedras y trozos de madera, concentrándose hasta que desaparecían. Poco después, ¡los objetos se materializaban! 

 

Al poner a prueba a un discípulo, el yeka mus lanzaba un yekus a lo lejos. El discípulo tenía que encontrarlo de nuevo; a menudo se equivocaba de objeto, o en otras ocasiones el maestro lanzaba el yekus tan lejos que el discípulo fallaba.

  Otra prueba: el yekamús lanzó el yekus, ordenando a su discípulo que lo lanzara a la misma distancia. Si lo conseguía, el discípulo estaba listo para trabajar independientemente. 

 

La fascinación de los blancos y el fin de una raza  

Otras formas de competencia son las que se dan entre brujos. Estas a menudo resultaban en la muerte de uno de los competidores. Un yekamus lanzaba sus yekus a su oponente; si este no podía esquivarlo, era alcanzado y asesinado. Sin embargo, si los yekus no alcanzaban su objetivo, su dueño era derrotado. Existe el caso de dos chamanes, hermanos, que se enemistaron. Organizaron una pelea y pronto uno de ellos soñó que se encontraba con su hermano en una canoa, le lanzó un yekus y lo hirió mortalmente. Desafortunadamente, el otro hermano soñó exactamente lo mismo. Ambos murieron poco después. 

 

Ahora podemos preguntarnos: ¿por qué los chamanes no utilizaron su capacidad de matar a distancia para luchar contra los invasores europeos? 

 

No faltaron los intentos, y Tenenesk «Todos intentamos, con toda nuestra intensidad y fuerza, acercarnos al kespix de los blancos, pero sin resultado. Yo mismo lo intenté varias veces. No puedo decir nada más; el kespix de los blancos es diferente al de los selk'nams».

 

 ¿Cómo podemos explicar la inmunidad de los blancos ante los ataques paranormales de los chamanes? Incluso con todos sus poderes mágicos concentrados, los habitantes de Tierra del Fuego jamás pudieron igualar el intelecto materialista de los invasores. El acelerado proceso de extinción de las tribus y la absoluta falta de posibilidades de protección obviamente causaron apatía y un sentimiento de inferioridad, lo que también influyó negativamente en los dones paranormales de los chamanes. Este argumento es bastante lógico. Sabemos, gracias a la investigación sobre las habilidades psíquicas, que no se manifiestan en situaciones psicológicas desfavorables, especialmente en presencia de personas negativas.

 

 La influencia de los blancos en los fueguinos fue mucho más que simplemente negativa: amenazó su propia supervivencia. Además de las barreras psíquicas -quizás aún más decisivas-, la abrumadora diferencia entre ambas culturas debió de crear una gran confusión en la mente de los chamanes, desencadenando un proceso de mitificación de los extranjeros y causando también una "invulnerabilidad paranormal". Los veleros de los blancos eran sin duda tan fantásticos para los fueguinos corno lo son los platillos voladores para nosotros hoy. 

 

 

 

Este artículo publicado en la revista brasilera Planeta, especial n° 125, nos fue cedido por nuestro colaborador Javier Stagnaro